sábado, 12 de noviembre de 2011

No todos los jóvenes son así


        
            Dicen que a los jóvenes solo les preocupa tener dinero para poder beber y consumir tabaco o drogas, esperar que llegue el fin de semana para poder salir de fiesta y ya de paso si vuelves con una chica mejor que mejor. Pero yo como joven tengo que decir que no todos los jóvenes son así. Claro que hay jóvenes que piensan lo que acabo de relatar, pero no por ellos nos tienen que meter en el mismo saco.
             A lo largo del año hay claros ejemplos de una juventud buena, que sabe lo que hace y busca solucionar problemas de la sociedad, pero hoy en día eso no vende, vende mucho más el consumo de drogas o los comas etílicos que ha podido haber en el último fin de semana. Y ahora voy a relatar tres historias que demuestran que los jóvenes se preocupan por más cosas que lo anteriormente relatado.
            Hace dos veranos tuve la oportunidad de ir a Costa de Marfil con 26 estudiantes de esta universidad, allí es donde me di cuenta de lo afortunados que somos y a veces no somos conscientes. Gente que estuvo allí rechazo prácticas por el mero hecho de ir a ayudar en la reconstrucción de un colegio y al final del viaje ellos mismos decían "Lo que he adquirido en este viaje jamás me lo habría dado un trabajo me he olvidado de mi mismo y me he dado a los demás, aquí esta la verdadera felicidad". En África es donde conocí a Mois, un niño de tres años, que me ha hecho darme cuenta de lo afortunado que soy, tan solo tenía tres años, no hablaba mi idioma. En ningún momento de los 21 días que pasé a su lado perdió su sonrisa, con el es cuando te das cuenta que no por tener todos los caprichos del mundo eres feliz, aun viviendo en las condiciones en las que vivía uno puede ser feliz. Él era feliz corriendo, jugando, cantando, no tenía nada material, pero tenía una cosa que no todo el mundo tiene que es la felicidad. Creo que no se dio cuenta de lo que me ayudó pero desde estas líneas me gustaría darle las gracias por lo que me enseñó solo con sus actos.
            Este verano tuve la oportunidad de estar durante 15 días en el centro de discapacitados profundos Juan Pablo II en Fátima (Portugal). Durante esa estancia nos dedicábamos a dar de comer, limpiar y ayudar a lo que los discapacitados necesitasen durante 8 horas diarias, dejando de lado nuestras vacaciones de verano. Sí dejando fiestas, la playa o crecer profesionalmente. Pero no me arrepiento de nada de lo que dejé junto a un grupo de amigos porque como personas hemos crecido mucho. Quién sabe puede ser que en unos años tengamos que cuidar de nuestros padres o hermanos mayores. Después de este viaje me quedo aun más claro que la felicidad esta en dar no en recibir. Una sonrisa de cualquiera de esos enfermos bastaba para sentirnos agradecidos por lo que estábamos haciendo.
            Por último, tuve la oportunidad de estar en la Jornada Mundial de la Juventud donde nos juntamos entre un millón y medio de jóvenes y dos millones, en función de a qué medio se lo preguntemos. Mucha gente se sorprendió de que se juntasen tantos jóvenes para ver a un anciano y sobre todo escucharle, claro lo más normal hubiese sido que nos hubiésemos juntado para hacer un botellón. Pero los jóvenes nos damos cuenta que somos el futuro del planeta de nuestros actos presentes dependen muchas cosas en el futuro, y tomamos nota para poder hacer de este mundo un sitio mejor en el qué vivir.
            Con estas experiencias lo único que pretendo mostrar es que no todos los jóvenes son como intentan mostrar los medios de comunicación, aun quedan jóvenes con valores que buscan ayudar a los demás y olvidarse un poco de nosotros mismos. Pero esto no es incompatible con salir de fiesta o otras cosas que si no se hacen en la justa medida son malas para la juventud.
           

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