sábado, 12 de noviembre de 2011

El comienzo de una gran aventura

 
Todo comenzó la noche del 31 de octubre de 1989 en San Sebastián, tras un parto largo, tal y como me lo suele recordar mi madre, ella me dice: “El último hijo y el que más costaste en dar a luz”, ante lo cual siempre le respondo, mamá lo bueno se hace esperar.
Soy el pequeño de siete hermanos, aunque nunca he convivido con más de tres de ellos en casa debido a la diferencia de edades que hay entre nosotros. Para ellos siempre he sido la envidia de la casa porque mis padres me lo han dado todo, ya que cuando ellos eran pequeños tenían que repartir todo lo que tenían entre cinco y ahora era todo para mí.

Estudié en el Colegio Erain de San Sebastián, donde viví grandes momentos que siempre quedarán grabados en mi cabeza. Normalmente a los niños no les gusta ir al colegio pero yo era lo contrario, disfrutaba en el colegio, porque aprendía, jugaba y no tenía preocupaciones. Ahí es donde forjé la decisión de estudiar una carrera universitaria y que esa carrera fuese Derecho.

¿Por qué Universidad de Navarra? Puedo decir muchas razones, porque mis amigos venían aquí, porque todos mis hermanos habían estudiado en esta Universidad, porque había oído hablar de ella, realmente no sé muy bien los motivos, pero sin duda alguna ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. Aquí además de la formación académica me estoy formando como persona, gracias en gran parte a mi Colegio Mayor, con el que he realizado viajes culturales a Roma, Polonia, Madrid o Tierra Santa, dos campos de trabajo uno en Costa de Marfil y otro en Fátima.
En el primero campo de trabajo impartía clases a un grupo de niños desde los 8 años hasta los 15 años, y en el segundo convivía con discapacitados profundos, a los que les cuidaba 8 horas al día. Son dos experiencias duras pero que merece la pena vivirlas porque te das cuenta de lo afortunado que eres y sobre todo en que la felicidad no depende de las cosas materiales, sino que está en dar y no en recibir. La gente que me conoce sabe que estos viajes marcaron un antes y un después en mi vida.


Soy un apasionado del fútbol, gracias a Dios las mayores alegrías y tristezas de mi vida me las ha dado el fútbol. Jamás podré olvidar el gol de Iniesta en la final del Mundial o el gol de Torres en la final de la Eurocopa. Pero el futbol no solo han sido lágrimas de alegría sino también de tristeza cuando mi equipo, la Real Sociedad, descendió a la 2ª división. Desde los tres años soy un fijo en el estadio de Anoeta junto con mi padre para ver jugar a la Real, ahí olvidas todo lo que ha pasado a lo largo de la semana y lo único que existe es un sentimiento, con dos colores, los colores blanco y azul de los que me siento tan orgulloso y sueño con poder verles pelear de nuevo por Europa.

No sé qué me deparará el futuro, tal vez volver a África a ayudar allí o cumplir mi sueño de convertirme en representante de futbolistas, a día de hoy doy gracias a la gente que ha estado a mi lado apoyando en cada momento de mi vida, y sobre todo a mis padres por darme la oportunidad de estar estudiando una carrera universitaria sabiendo lo que esto supone para ellos. Todo esto es solo el comienzo de una gran aventura.

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